lunes, 27 de diciembre de 2010

Corte de luz

Te había pensado así. Humo. Con la inconstancia del humo. Entre más pequeño el fuego más asible. Impregnando tu olor en la ropa si está el lugar cerrado, dentro de una trampa mortal.
Estaba tan oscuro. Ese juego de matarme en la silla, manos y pies atados. Ninguno usaría las manos, tú tampoco pese que estabas suelto. Husmear la ropa. Solo la boca y los sexos en roce circular. Tu bóxer húmedo por la aproximación de mi rostro. Tu sexo erecto reclamando ser liberado pero sin poder hacerlo. Qué desesperación. Pellizcarte  apenas con mi boca, pero nada más, sujeta a como tú te acercara o te alejaras, pero tan excitados ambos. Bajaste luego a mi blusa. Igual mojar pezones desde donde la lengua alcanzaba empujar el brassier media copa y la segunda copa volando reclamando respiración y espacio. Pequeños masoquismos de dolor. Nada podía hacer si succionabas hiriendo. Tampoco levantar las manos como indicio de “me gusta” o arquearlas hacia atrás de mí con la atrevida violencia de una virgen que recién salía del cascaron. Me estás matando… por dicha no pusiste venda a mis ojos ésta vez y puedo verte a trasluz… Hazlo más decía mi quedo jadeo... más…. Algo estaba aumentando, el corazón, el calor… Volviste a levantarte. Desataste mis manos. En vez de tocarte, que sé que lo querías, me toqué yo. Estaba tan oscuro. Te recostaste a mirar, solo mirar… Par de tontos, resistiendo las increíbles ganas de tomar al otro de inmediato, solo le dábamos largas. Yo ya no quería ir despacio; quería que vinieras pronto sobre mí a penetrarme. Me mecía en la silla contra el cinto de plumas. Estaba tan oscuro. Me agache entonces a desatar mis tobillos. Rompí las reglas. Algo me distrajo en la ventana y me acerqué a mirar. Un ave robó mi pensamiento. Una claridad extraña. Un instante y… te acercabas… ¿Pasó algo?
Pasó… Pasó… Lo siento. 
Y lo oculté, luego de delatarlo…
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2 comentarios:

  1. Buena idea la que tratas de narrar, ahora bien con temor a equivocarme, trata de darle un ritmo más ondulante, como si fueran las curvas de una guitarra, o la suavidad de un flan que se pierde en la boca. La intensidad que comunicas se pierde en lo descriptivo. Dejar entrever, seducir al lector desde lo subjetivo es uno de los caminos a recorrer.
    Saludos.

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  2. Gracias Meir. Estoy de acuerdo contigo.

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