viernes, 17 de mayo de 2019





  
   A veces te conozco,
  Te susurro.
Te invoco.                                                                          Háblame despacio, suave.
Déjame escuchar tu voz a la orilla de mi oreja, que pueda detenerse tu aliento tibio en mi cuello desnudo, caído hacia el lado de tus secretos,
Lento.                                 
Pronúnciame en los labios la muerte que nos eleva.
Cáeme en la espalda con la ira de los años.
Invítame a desmayar y respirarnos el frío, exhalarnos a fuego, “embriagarnos de nosotros hasta el vacío (ref cerati)”