viernes, 17 de mayo de 2019





  
   A veces te conozco,
  Te susurro.
Te invoco.                                                                          Háblame despacio, suave.
Déjame escuchar tu voz a la orilla de mi oreja, que pueda detenerse tu aliento tibio en mi cuello desnudo, caído hacia el lado de tus secretos,
Lento.                                 
Pronúnciame en los labios la muerte que nos eleva.
Cáeme en la espalda con la ira de los años.
Invítame a desmayar y respirarnos el frío, exhalarnos a fuego, “embriagarnos de nosotros hasta el vacío (ref cerati)”


1 comentario:

  1. En algún momento se asomará esa normalidad que tanto reuimos en el vagar de nuestros labios, en el cantar de tu lengua encarcelada por esta nuestra accidentada comedia. En uno que otro sueño logro evocarte en retazos de amable vivencia, tal vez nuestro natural egoísmo de placenteros e incontables abrazos agoten por siempre el hecho de sabernos lejos en esta ficticia media vida que llevamos adelante, susurros , invocaciones, secretos clavados en carne y saliva no me han sido suficientes para ahogar la agonía de esta necesidad de saberte acá, de permanecer fuera de lo exigido. Volverá la lluvia y tal vez dos figuras caminen en la arboleda de sus vidas con la simpleza esquiva de esas dos palabras.

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