martes, 13 de septiembre de 2011

fragmento de "Debilidad" (cuento)

No sé en qué débil momento de su consiente desdicha imaginó que ella y lo que trajo a su vida era real. Hubo instantes en que honestamente pensó que vivía algo más que un cuento, algo más que una película bizarra, de pronto el sentir…la clave: sentir, fue el culpable de su error. Haber caído al precipicio en la garganta de ella, y elegir quedarse ahí, en el ámbito de los sueños. No sé…no sospecho en que minuto de su fragilidad se pensó lo suficientemente importante, relevante a los ojos de ella, “único” tanto como para que ella dejara su vida, su gente, o simplemente, sin dejar a nadie, ocupase su tiempo en pensar en él.
A veces me siento frente al rumor osado del silencio, en la mecedora de mi abuela, a pensar en que fue lo que le sucedió, cuál fue el delicado hilo que empezó a tejer mentiras en su mente, a hacerle creer que las elecciones de ella en alguna medida eran relativas a él, a creer como la fe en Dios, que no estaba con él, por la comodidad que la vida le había dado.
Es curiosa la forma en que las personas necesitan ser imprescindibles, importantes, determinantes para otros, en este caso el nexo categórico fue escribir. Creo que de alguna manera él sintió que era su musa, que quizás era el “único” para ella, de distintas perspectivas, tal vez desde las más tristes, aún reconociendo su mente que era improbable, le gustaba sentir que si.
La soledad en ocasiones se vuelve patética, deja de ser solo nostalgia, una falta creativa, lamentablemente más seguido de lo parece, se viste de poca cosa.
Él ya había pasado por varias de las etapas que supone una separación, si es que se puede decir que alguna vez estuvieron juntos, hasta que una tarde, entrando en el callejón de la ira, y agotado de pendulear entre aire y aire,

viernes, 9 de septiembre de 2011

Te invito a una velada inolvidable

Quiero cortar esa lengua en trozos pequeños, jugosos y frescos. Jugar en mi boca con cada bocado como aquella vez que probé una frutilla silvestre roja y sabrosa, sentir la textura. Saborear, degustar, mezclar ese sabor con una copa de vino... No es algo onírico, realmente lo quiero hacer...
Ver como esos ojos quisieran pronunciar alguna palabra de auxilio, la orgía en rojo, ejecutada perfectamente por esa ausencia tan nuestra. Encender un cigarrillo y exhalar el monóxido de carbono escupiéndolo en esa cara, no importan los rostros ni nombres... siempre balbucean un monocorde "mmmm. pfffgtthth" ¿Matar? no me insultes por favor, eso lo hace cualquiera... un tiro en la cabeza, un corte rápido a la garganta o una estocada entre la tercera y cuarta costilla izquierda y la vida se apaga. Hablo del goce y disfrute propio...claramente no el tuyo. Siendo honesto la muerte llegará un tanto más tarde de lo habitual... hoy quiero gozar de tu incapacidad de gesticular sílaba alguna, no escuchar gemido placentero, sólo ver cómo esas mudas pupilas se expanden para no perderse detalle alguno en la penumbra, mi obra no está completa si no estás esta noche. ¿quieres venir?