viernes, 24 de septiembre de 2010

Reflexión...

Si...estamos enredados, como pequeñas hojas de una madreselva pretendiendo ser únicas, y solas, desprendidas, de la delgada y vulnerable liana que nos sostiene, y contiene. Aserruchamos con nuestras curiosas y afiladas orillas el tallo del otro, que como gusano que no quiere dejar el caracol, continúa creciendo y extendiéndose cada vez, punza y se alarga, se retrotrae, y explosiona amenazando de verde, a carmesí otoñal.

La verdad juega y se mete a contraluz del pasado, como uña, se encarna en los amaneceres de todas y cada una de las edades que como a una espinilla, nos han apretado y exprimido las sienes en búsqueda de una voz, un hombre, una mujer, una idea con olor a sexo ascendente, sábanas duras con semen seco, y religiones descendentes.

Hemos ido cayendo lentamente en ruidosa gotera sobre los párpados de los años, nuestros ojos, pegados con lagaña de incertidumbre, han quedado ciegos. Nos hemos mareado, los tres, los dos, los uno, la carne, los casi, los placenta, los nada.

Somos de una región borracha de frío, fermentamos en nuestro propio sudor, nos aferramos a la necedad nostálgica de lo no ocurrido, y acabamos siendo amantes histéricos de papel que ladran por sopaipillas y notas alborotadas de un saxofón alumbrado, en el invierno.

(Por eso la muda de piel con olor desconocido, de ahí la voz que gime y le pone precio a la entre pierna, la significancia de la sombra que se viste de tripas, se envuelve de ausencia, y masturba todos los accesos, y excesos).

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