domingo, 23 de enero de 2011

Señor.

Ahhh te leo y me das la sensación de ser un irremediable niño de pecho, pequeño… Si mi divertimento fuera ser una simple “calienta hombres” créeme que todo sería más sencillo y mis metas bastante limitadas, lo erótico va más allá del simple coqueteo, creo que encarno lo erógeno y eso querido mío asusta, porque en un instante te ves sobrepasado y temes perder el puto control, es probable que prefieras una gata regalona y no una acechante pantera en celo, es común a toda tu especie, es cierto que te encantan mis caderas, mis pechos obscenos, la mirada envalentonada por tu inseguridad, el coqueteo de mis labios rojos… pero para vos eso no es suficiente para cruzar tu propio límite. Creo que me confundes con otra, quizás con una de esas chicas inseguras que buscan que un hombre las llene y las ame con prosa barata o verso azucarado, querido mío yo no prometo, yo doy a quien cruze sus propios miedos y inseguridades, soy la virgen consorte del Diablo, esa que te enciende con mirar, la exigente, aquella que no hay que llenar sino más bien beber. Dentro de mi reino pocos pueden llamarse hombres con propiedad, si alguna vez me sacas un leve gemido, una sonrisa disimulada o un morder de labio repentino, no te pienses un hombre…  que tu carne dentro de mí, no es más que un consuelo agradable a lo que alguna vez cabalgué.
Si te sientes amenazado vete, ten por consuelo que el miedo es connatural a hombres y mujeres…

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