jueves, 24 de febrero de 2011

Noches en la ciudad...

Te gusta sentir como escritor,
Y ni cuenta te das,
De que no experimentas,
Eso de que tanto hablas por computador,
y llamas vida,
entras a un bar que promete best seller,
y te quedas a lo Neruda,
con miradas y tintas llorosas en una servilleta,
(que nadie enmarcará reluciente con tu firma y letra)
Papel sucio que ni la marca de tu cerveza recoge.
Ves a la mesera y ya tienes hijos con ella,
Seguramente ha de follar como los dioses en un callejón,
O en el baño poco limpio del bar,
Donde revotan nada más que tus épicos sueños.
Te levantas de la silla, pagas la cuenta, le guiñas un ojo a la mesera,
Sabiendo que la próxima semana en su turno para pagar la universidad,
ella esperará por ti.
Llegas a tu cama, y te sientes héroe, incluso musculoso,
Por tener el mundo a tus pies,
Escrito y limitado,
porque ni la voz sacas en la realidad de humo que te engrasa las ideas,
Pero lo tienes,
Ahí, en tu almohada,
Caminando con el universo alineado a tus pasos,
El mundo,
Está a tus pies.
A tu salud,
y diferencia,
Vivo el despertar en un baño de cualquier bar,
con la gloria que me da la cirrosis,
y sin más poética, que los gritos del dueño,
a quien nada le importa mi escote.
Tal vez ... y quizás por estar en permanente oferta,
en eso consistan las noches,
en la ciudad.

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